martes, 18 de mayo de 2010

Los ancianos venerados.



Cuando era niña, se me enseño a respetar a los mayores, en ese entonces un anciano era una fuente de saber y los demás le debíamos obediencia absoluta, a los niños nos encantaba oír historias de los abuelos y ellos disfrutaban contándolas. En aquel tiempo jamas se veía a una persona mayor sola o sin familia, casi siempre eran cuidados por los hijos o familiares cercanos.

Yo tuve la dicha de tener a mi abuelito materno siempre a mi lado, lo adore, lo respete y venere como a nadie, me encantaba platicar con el, oír sus anécdotas que me hacían tanto reír y que el disfrutaba recordarlas. El dejo una huella muy profunda en mi, me hizo mis días de infancia muy feliz, a mi y a mis hermanos nos lleno de amor y que cosa no nos daba que se nos antojara.

Era un hombre de carácter fuerte, muy respetado por los demás, pero cuando se trataba de jugar con los nietos, se convertía en un niño mas, la verdad mi abuelito era adorable, tuvimos la dicha de que viviera 86 años que Dios nos lo presto para hacernos muy felices.

Mi padre fue otra persona igual, un hombre muy honrado y trabajador, nos enseño a ser leales y a ser personas honestas, nos dio lo mejor de si mismo y nos amo mucho, también Dios le permitio llegar a los 75 años en esta vida y darnos buenos ejemplos, ¡que felices serán mi abuelito y mi papa en el cielo! porque no creo que se hayan ido a otra parte, hicieron muy bien su labor aquí en la tierra.

Les platico esto porque los ancianos merecen todo nuestro respeto y compañía, no todo el tiempo fueron viejos, ya trabajaron y nos dieron lo mejor que tenian que ofrecernos, ahora les toca descansar y que nosotros les regresemos un poco de lo que nos dieron, no los hagamos menos ni les faltemos al respeto, tomemoslos en cuenta y recordemos que para allá vamos nosotros y no nos gustaría que nos abandonaran a nuestra suerte.

Hace algún tiempo, un jovencito me dijo...a mi me caen bien gordos los viejitos, son bien latosos y enfadosos, hablan mucho, -me cayó tan mal el fulano- hasta la fecha no he podido olvidar sus palabras, yo le conteste..oye pero si tu también algún día seras viejo, uuuy..-me dijo- falta mucho para eso, yo no se que vería en su casa, pero se me hizo muy cruel esa manera de pensar.

Procuremos inculcar en nuestros hijos el respeto hacia nuestros mayores, no olvidemos que son nuestras raíces y que debemos sentirnos orgullosos de ellos, y hacerles sentir nuestro amor y admiracion. No hay peor cosa que un anciano olvidado, hagamos que sus últimos días sean agradables y que nunca sientan que son un estorbo, sino todo lo contrario, que significan mucho para nosotros y que son una parte muy importante en nuestra vida. Recordemos que con la vara que mides, seras medido.

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